Venga lo que venga disfrútalo (2da parte)

Aquí les dejo la parte siguiente de este maravilloso discurso por el Elder Joseph B. Wirthlin, ojalá que puedan aprender de el tanto como yo.

El principio de la compensación.
Lo tercero que podemos hacer es comprender el principio de la compensación. El Señor compensa a los fieles por toda pérdida. Lo que sea quitado de los que amen al Señor les será añadido, a la manera de Él. Aunque quizás no llegue en el momento que deseemos, los fieles sabrán que toda lágrima de hoy, con el tiempo, será compensada cien veces con lágrimas de regocijo y de gratitud.
Una de las bendiciones del Evangelio es el conocimiento de que cuando la cortina de la muerte indique el final de la vida terrenal, la vida continuará del otro lado del velo, y allí tendremos oportunidades nuevas. Ni siquiera la muerte puede quitarnos las bendiciones eternas prometidas por un amoroso Padre Celestial.

Debido a que el Padre Celestial es misericordioso, prevalece el principio de la compensación. Lo he visto en mi propia vida. Mi nieto Joseph tiene autismo. Ha sido muy doloroso para su madre y su padre aceptar las repercusiones de esa aflicción.
Sabían que Joseph quizás nunca fuera como otros niños; entendían lo que eso significaba no sólo para Joseph sino también para la familia. Pero, qué gozo ha sido para nosotros. Los niños autistas con frecuencia tienen dificultad para mostrar sus emociones, pero cada vez que estoy con él, Joseph me da un fuerte abrazo. Aunque ha habido desafíos, él ha llenado nuestra vida de regocijo.
Sus padres lo han motivado a participar en deportes. Cuando comenzó a jugar béisbol, lo pusieron en los jardines, pero creo que no entendía que debía correr tras la pelota. Él se ideó una forma mucho más eficiente de jugar. Cuando bateaban una pelota hacia él, Joseph la miraba pasar, luego sacaba otra pelota de su bolsillo y se la tiraba al lanzador.
Cualquier reserva que haya tenido la familia en cuanto a la crianza de Joseph, cualquier sacrificio que haya hecho, se ha compensado diez veces. Por causa de ese espíritu escogido, sus padres han aprendido mucho acerca de los niños discapacitados; han sido testigos directos de la generosidad y la compasión de familiares, vecinos y amigos. Se han regocijado juntos con el progreso de Joseph y se han maravillado por su bondad.

Confiar en el Padre Celestial y en el Hijo
La cuarta cosa que podemos hacer es confiar en nuestro Padre Celestial y en Su Hijo Jesucristo.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”2. El Señor Jesucristo es nuestro compañero, ayudante y defensor. Él quiere que seamos felices y tengamos éxito. Si hacemos nuestra parte, Él hará la Suya.
Él, que descendió debajo de todas las cosas, vendrá a nuestro auxilio, nos consolará y nos sostendrá; nos fortalecerá en nuestra debilidad y en nuestra angustia; hará que las cosas débiles sean fuertes3.

Una de nuestras hijas, después de tener un bebé, enfermó de gravedad. Oramos por ella, la bendijimos y la apoyamos lo mejor que pudimos. Esperábamos que recibiera la bendición de ser sanada, pero los días se volvieron meses y los meses años. En cierto momento le dije que quizás tuviera que luchar con esa aflicción el resto de su vida.
Una mañana recuerdo haber sacado una tarjetita y haberla puesto en mi máquina de escribir. Éstas son algunas de las palabras que le escribí: “El secreto sencillo es éste: pon tu confianza en Dios, haz lo mejor que puedas y luego déjale el resto a Él”.
Ella confió en Dios, pero su aflicción no desapareció. Sufrió muchos años, pero a su debido tiempo, el Señor la bendijo, y con el tiempo recuperó la salud.
Conociendo a mi hija, sé que aunque nunca hubiera hallado alivio, habría seguido confiando en el Padre Celestial y le hubiera “[dejado] el resto a Él”.

Conclusión
Aunque hace mucho tiempo que mi madre murió y recibió su recompensa eterna, sus palabras siempre me acompañan. Aún recuerdo el consejo que me dio ese día hace mucho tiempo cuando mi equipo de fútbol americano perdió un partido: “Venga lo que venga, disfrútalo”.
Sé por qué debe existir una oposición en todas las cosas. La adversidad, si se maneja correctamente, puede ser una bendición en la vida; podemos aprender a disfrutarla.
Al procurar tener sentido del humor, buscar la perspectiva eterna, comprender el principio de la compensación y acercarnos a nuestro Padre Celestial, podremos soportar las dificultades y las pruebas; podremos decir, como dijo mi madre: “Venga lo que venga, disfrútalo”. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas
1. D. y C. 121:7–8.
2. Juan 3:16.
3. Véase Éter 12:27.

0 comentarios: